Ni la Nasa ni la Policía Municipal de La Paz lo saben.
El mentado satélite que supuestamente cayó en la tierra durante la madrugada del sábado, sigue siendo un misterio porque no se ha logrado dar con él.
Por eso ya hay los mal pensados que andan diciendo que todo fue pura faramalla, para desviar la atención sobre los temas cañones que se discuten a nivel internacional.
El mentado satélite que supuestamente cayó en la tierra durante la madrugada del sábado, sigue siendo un misterio porque no se ha logrado dar con él.
Por eso ya hay los mal pensados que andan diciendo que todo fue pura faramalla, para desviar la atención sobre los temas cañones que se discuten a nivel internacional.
Pues será el sereno pero el susodicho aparatejo ese, que durante años surcó el espacio sideral, fue tema durante varios días y movió los pronósticos de aquí para allá sobre el sitio de su caída, que a final de cuentas, si se hubieran hecho apuestas, a estas alturas ya se hubiera armado la de San Quintín, porque no hay resultado final.
Eso sí, la Nasa asegura que el satélite fantasma cayó sobre algún lugar del Océano Pacífico o sea, igual está ahí por Todos Santos o pue’que allá por Japón (con eso de que los japoneses la traen chueca, en una de esas ya descalabró a unos cuantos habitantes del Sol Naciente).
Lo que no entiende uno es que con tanto avance tecnológico y con eso de que los gringos son chucha cuerera cuando de temas espaciales se trata, no se hayan dado cuenta dónde aterrizó (o acuatizó) el satélite UARS (que se utilizaba para investigaciones de la alta atmósfera, según dicen, aunque no vaya a ser que lo emplearan para espiar a chicas en sus alcobas, uyuyuiii).
Por si usted andaba interesado en saber dónde cayó el aparato para hacerse de un cachito y venderlo a los yunaites, déjeme decirle que el costo total de la nave no tripulada, fue de 750 millones de dólares hace 20 años, o sea que dependiendo del tamaño del pedazo que se llevara a casa, podría ser el cobro.
De tal suerte que el satélite es como un billete de Lotería, porque considerando su peso de unas 5.5 toneladas, si caía en La Paz ya alcanzaba para salir de la crisis a un buen de los habitantes de estas choyeras tierras.
Sin embargo, a no ser que por ahí salga algún cristiano diciendo que un pedazo del satélite le partió su mandarina en gajos allá por la Diana Laura, por lo demás todo quedará en sueños guajiros de tener billullo de a grapa, porque el armatoste es una incógnita dónde quedó y si los gringos desaparecieron al Bin Laden en el mar, imagínese lo que no harán con la pedacería del aparato del espacio, que a lo mejor ya ni les interesa recuperar... si es que realmente existió.
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